Pescado del día

Más de una vez he citado la frase de un amigo que pasa largas temporadas en el Cabo de Gata desde hace décadas: “Voy a poner un bar con un letrero bien grande que diga ‘No hay paellas ni pescado del día’”, porque dice -y le doy la razón- que ambas afirmaciones suelen ser falsas. A tal respecto, es instructivo un paseo matutino por el centro de la capital, por la zona donde han proliferado las freidurías con “pescado fresco del día” y anotar el número y variedad de furgones climatizados que descargan cajas y cajas de pescado congelado. Y darse un garbeo por la plaza del pescado, ver los hosteleros que van a diario y contrastar con los muchos más que frecuentan las naves de congelados (la más popular, la “la nave” por antonomasia, es la de Gumer). Si éstos últimos tienen éxito es, desde luego, gracias a las tragaderas del consumidor medio. Como ejemplo, ahí van un par de comentarios en la red de clientes de uno de esos perpetradores de fritos infames: dice uno que hay “un ruido ensordecedor”, pero le da un 4 sobre 5. Otro dice que “el pescado es fresco (…) aunque el olor no es agradable”. A ver si se aclaran. Si el ruido es un motivo para huir, lo del olor ya es claramente indicativo de que en esa cocina pasa algo ·non sancto”. Si por casualidad tuviera éxito la “Mesa del ruido”, hay que proponer la “Mesa de la peste”.

La pasada Semana Santa, en las ocho páginas dedicadas a la gastronomía “penitencial”, cité a unos cuantos de los que sí tienen pescados y mariscos de frescura irreprochable, pero me faltó uno que acababa de abrir: Cervecería el 6, en la calle de Méndez Núñez. La oferta es interesante y poco frecuente: marisco crudo o cocido, embutidos de calidad (la sobrasada mallorquina es notable) y conservas de primera fila. Algunas incluso de tapa, como la sabrosa caballita en escabeche. No hay plancha ni fritos, y los mariscos se cuecen en casa, igual que algunas tapas como el atún encebollado o las huevas aliñadas. Que, por cierto, sólo llevan cebolla dulce crujiente y un buen aceite. Las quisquillas crudas (de calibre mediano a 9,50 €/100g) llegan a diario. Almejas de carril, percebes, cigalas, ostras… incluso ponen unas pequeñicas de tapa. Todo presentado con esmero y con relación calidad-precio difícilmente mejorable.